Todos los 27 de abril se celebra el Día del Código Morse, el sistema de representación de letras y números transmitido de forma intermitente mediante señales que cambió radicalmente, en el siglo XIX, la comunicación en el mundo.
En 1837 los estadounidenses Samuel Morse y Alfred Vall inventaron un sistema de telegrafía que transfería mensajes cifrados en código mediante pulsos eléctricos. La codificación consistía en representar las letras como una combinación de puntos y rayas que transmitía una persona a través de un telégrafo mediante un pulsador, convirtiéndolas en señales eléctricas que se recibían en un receptor remoto operado por otra persona encargada de decodificar el mensaje según la pauta del código. De esta manera se podía enviar mensajes complejos de forma inmediata entre puntos distantes.
El impacto social y económico de la codificación Morse fue tal que cambió el mundo por completo. Hasta ese momento el envío de mensajes inmediatos estaba limitado por cuestiones físicas como la distancia entre emisor y receptor, en casos como el de señales acústicas, o también por condiciones meteorológicas, como en el envío de señales de humo. Incluso en condiciones óptimas la distancia era difícil de salvar y nunca podía abarcar grandes amplitudes.
La transmisión más fiable de información de un punto a otro debía realizarse siempre de forma diferida y tardaba días o semanas en llegar al destino. El envío de mensajes impresos en papel mediante correo era la manera más segura de comunicarse y no siempre estaba garantizada la entrega. Podían perderse o ser interceptados por en el trayecto, normalmente a través de vastos territorios que se caracterizaban por tener poblaciones muy dispersas, infraestructuras arcaicas, inseguridad social y registros de ciudadanía poco fiables.
En este contexto, la combinación del telégrafo con el código morse revolucionó la sociedad. Primero en Estados Unidos, donde el gobierno financió a partir de 1843 el tendido de líneas telegráficas, para después extenderse al resto del planeta. Paralelamente, los americanos fueron desplegando el ferrocarril por todo el país desde 1827, llegando a tener más de 14.000 kilómetros construidos en 1850. Ambas tecnologías consiguieron dotar a la nación de unas infraestructuras que desarrollarían su economía y su sociedad como nunca antes se había visto. El resto de países del mundo que habían iniciado la industrialización y disponían de los recursos apropiados también extendieron su red de telégrafo y de ferrocarril, tanto en sus propios territorios como en muchas de sus colonias de ultramar. Era el inicio del mundo interconectado.
El origen del código morse
La idea original del código morse corresponde a la persona de la que toma el nombre, Samuel Morse. Nacido en Boston en 1791, se dedicó al arte de la pintura, para la que tenía un gran talento, siendo uno de los retratistas oficiales de los presidentes de los Estados Unidos. Pero desde pequeño también había desarrollado un enorme interés por la electricidad. Su mujer, Lucrecia Walker, a la que estaba muy unido, fue una importante influencia para él y su temprana muerte pudo ser un impulso para materializar las ideas que le llevarían a desarrollar sus sistema. En 1925, estando de viaje, recibió una carta que le informaba de que su mujer había fallecido de forma trágica. La correspondencia tardó tanto en llegar que cuando regresó a su casa su esposa ya había recibido sepultura, un hecho que pudo hacerle reflexionar sobre la necesidad de disponer de sistemas de comunicación más rápidos y eficaces.
Tras la muerte de Lucrecia, Morse hizo un viaje por Europa donde conoció las propiedades elecromagnéticas de la electricidad, asociándolas con sus estudios en Yale sobre la aparición de un fulgor cuando se interrumpía un circuito. A Morse se le ocurrió entonces que esas interrupciones podían llegar a usarse como un medio de comunicación, una idea que empezó a desenvolver con determinación. Comenzó a trabajar en el diseño y construcción de su propio telégrafo eléctrico y, debido a sus limitaciones técnicas, pidió ayuda a Leonard Gale, profesor de Ciencias de la Universidad de Nueva York. Es así como perfeccionaros sus prototipos hasta conseguir una máquina que podía enviar pulsos largos (una raya o guión), o cortos (un punto) a través de un cable eléctrico.
Samuel Morse ya tenía su hardware, el dispositivo de transmisión, y ahora le faltaba desarrollar por completo su software, su código de comunicación. La idea de base tenía en cuenta la frecuencia de uso de cada una de las letras en inglés, representando las más frecuentes con pulsaciones breves y las menos frecuentes con pulsaciones complejas. Por ejemplo, la E (la más habitual) está representada por un solo punto, y la Z (menos frecuente) tiene una secuencia guión-guión-punto-punto-punto. Pero aun debía perfeccionar el código, para lo que se asoció con el maquinista e inventor Alfred Vail , el hombre que lo desarrolló hasta el extremo de la eficacia. En 1940 tenían el código listo y el resto es historia.
Aplicaciones del código morse en el sector náutico y aeronáutico
La primera gran evolución del código morse se produjo a finales del siglo XIX. Durante la segunda mitad de la centuria el código morse se extendió como un medio de comunicación eficiente que enviaba los mensaje de forma inmediata. Pero necesitaba una infraestructura de cableado eléctrico para transmitirse que era costosa, tanto en su instalación como en su mantenimiento. Fue entonces cuando Guglielmo Marconi inventó un equipo de radio-telégrafo, que podía enviar código Morse a través de ondas de radio, lo que permitió que el sistema se extendiera exponencialmente por todo el mundo y su rango de acción se ampliara a múltiples sectores.
Las navieras fueron las primeras en utilizarlo en masa, de manera que en 1910 la ley norteamericana exigía que muchos buques de pasajeros dispusiera de los aparatos necesarios para recibir y transmitir en morse. Además, la sencillez de su estructura permite también utilizarlo haciendo uso de señales lumínicas, algo muy útil en determinadas situaciones náuticas.También los ejércitos supieron ver su potencial y se vieron obligados a idear sofisticados sistemas de codificación de los mensajes en morse para que sus enemigos no pudieran interpretarlos
Por supuesto, la industria aeronáutica integró el código morse en su protocolo desde sus inicios. Se utiliza en la aviación instrumental para sintonizar las estaciones VOR, ILS y NDB localizadas en las distintas rutas. Las cartas de navegación contienen la frecuencia y la señal Morse vinculada a cada baliza para confirmar que ha sido sintonizada correctamente.
