La última noche de cada año reúne en España a millones de personas delante del televisor (y, cada vez más, frente a canales de redes sociales donde los nuevos comunicadores rompen récords de audiencias). Y lo hacen mayoritariamente con un recipiente de uvas en la mano para engullirlas en los últimos 12 segundos del año. Una tradición totalmente normalizada y extendida que todo el mundo incluye en su festejo y cuyo origen muchos quizás desconozcan. ¿De dónde sale realmente la tradición de las uvas de Fin de Año?
Como suele pasar en estos casos, es difícil definir con exactitud cuándo, dónde y cómo surgen por primera vez las costumbres que se convierten en tradiciones. Pero en lo que respecta a las uvas de fin de año hay cierta unanimidad en que su origen se sitúa en el Madrid del último cuarto del siglo XIX y tiene un detonante crítico por parte de las clases trabajadoras hacia la burguesía y aristocracia.
Las clases altas habían adoptado la costumbre francesa de hacer fastuosas celebraciones de Navidad donde bebían champán y lo acompañaban de uvas. También era común que, al mismo tiempo, las clases trabajadoras se congregaran en la calle para celebrar, más modestamente, las fechas navideñas más señaladas, especialmente la Noche de Reyes. Pero un año el ayuntamiento decidió coartar la diversión de quienes disfrutaban de la compañía colectiva de la mejor manera que podían y prohibió las reuniones festivas en las calles.
Sin embargo, no limitaron el acceso a la madrileña Puerta del Sol durante las campanadas de Fin de Año, así que los chulapos, personajes típicos del Madrid más castizo y que contaban con una gran ascendencia social sobre sus comunidades, decidieron acudir masivamente a la mítica plaza y comer uvas, un alimento que en aquel entonces era totalmente asequible, como protesta contra las restricciones municipales y, a la vez, como sátira de las clases altas que sí podían dar rienda suelta a su divertimento en sus amplios y lujosos salones privados.
Muchos periódicos de la época informan en sus páginas sobre esta espontánea e ingeniosa reacción de las clases populares que iniciaron una costumbre muy extendida en el Madrid de la época con una finalidad burlona y que terminaría como una tradición arraigada en todos los lugares de España y para todas las clases sociales.
En 1909 se produciría un acontecimiento que sería definitivo para consolidar en el resto del país esta costumbre originada en Madrid. Un excedente de producción de uvas en Alicante hizo que las empresas productoras se plantearon una innovadora campaña de publicidad para incrementar las ventas y cubrir la sobreproducción. Su argumento de venta era sencillo y directo: tomarse las 12 uvas con las campanadas de Nochevieja traería suerte y prosperidad para el año entrante, 1 uva por mes y fortuna de cara durante los siguientes doce meses. Fue así como se popularizó la tradición, en un principio con la marca de la variedad de uva blanca de Alicante llamada Aledo, que además de distribuía y vendía en paquetes de 12 uvas preparadas para tomar en la noche más festiva del año.
Porque de tomar las uvas con riesgo a atragantarse, al menos saber de dónde viene la tradición y tener una anécdota que contar para hacerse el interesante. Y en estas fechas, si estás pensando en ser tripulante de cabina de pasajeros, o conoces a alguien que quiera serlo, y te estás preguntando cómo se pasan estas fechas trabajando como azafata o auxiliar de vuelo, no te pierdas esta artículo:
¿Cómo se celebra la Navidad o Fin de Año en pleno vuelo?
