Hay una figura en la vida de toda persona de la que siempre tendrá recuerdos, buenos o malos. Algunos pueden hacer que odies algo con todas tus fuerzas y otros son capaces de conseguir que te prepares para una profesión en concreto. Fuera de nuestros padres, familiares y amigos, la influencia que un profesor puede tener en nosotros es a veces determinante. Quién no recuerda con cariño las enseñanzas de un maestro o una maestra de infancia o adolescencia, o la influencia de un profesor o profesora de enseñanzas superiores. También puede suceder todo lo contrario: esa materia que tienes atravesada desde que Zutanito te dio clase en sexto grado.
En el Día del Maestro, que se celebra en España el 27 de noviembre, vamos a tratar 5 grandes virtudes que debe tener un profesor o profesora que contenidos técnicos en una programación lectiva de Tripulantes de Cabina de Pasajeros
Vocación por la enseñanza y por las materia que enseña
La vocación es lo que se debería pedir a un profesional de cualquier sector, pero principalmente al profesorado en general, independientemente de si imparte sus materias en educación infantil o primaria, en un instituto, en una universidad, en un conservatorio o en un campamento de verano.
Porque la primera condición para transmitir confianza y credibilidad en los conocimientos que uno enseña es sentir especial predilección por ellos y por la propia profesión de la enseñanza. La vocación es especialmente importante en la figura del profesor porque el aprendizaje de su alumnado depende de su capacidad de enseñar, que a su vez está directamente relacionada con el entusiasmo que sienta por lo que enseña y por el propio hecho de enseñar. Porque el entusiasmo es contagioso y cuando un alumno lo siente aprenderá mucho mejor lo que se le enseña
Dotes comunicativas
No solo hay que conocer lo que se enseña, sino saber transmitirlo. La capacidad y dotes de comunicación de un profesor pueden marcar la diferencia entre que sus alumnos aprendan la materia con facilidad o que lo hagan con esfuerzo y desgana.
La habilidad comunicativa es algo innato, pero también se aprender. Hay personas que han nacido con grandes capacidades de comunicación y son capaces de expresar sus conocimientos de forma sorprendentemente fluida e ilustrativa. Comunican por instinto y cuando dominan las materias es un auténtico privilegio asistir a sus clases.
Pero la capacidad de comunicación también se puede desarrollar. Muchas personas no la tienen de forma innata y son capaces de aprender las técnicas que les llevan a ser buenos comunicadores y convertirse en grandes profesores. Hace falta voluntad y esfuerzo para alcanzar un buen nivel, y todo maestro que se precie debe conseguirlo si quiere ser un referente entre sus alumnos.
Experiencia docente
La experiencia es siempre un grado, en cualquier profesión, en la del profesorado sirve para infinidad de circunstancias. Porque un profesor trabaja en un entorno eminentemente social, con un grupo heterogéneo de personas que debe liderar hacia un objetivo, que no es otro que el de aprobar primero y acceder al mercado laboral después.
La experiencia sirve para saber cómo cohesionar la enseñanza para que personas con diferentes capacidades y talentos aprendan las materias, potencien sus virtudes y contrarresten sus carencias. Una capacidad de vital importancia en una formación como la de TCP, una programación intensiva y de corta duración, eminentemente práctica y en que se forman grupos con procedencias e intereses, a priori, distintos.
Conocimiento del sector de la aviación
Cada sector cuenta con sus particularidades, y la industria de la aviación es especialmente singular. El trabajo de TCP tienen una serie de características que lo hacen verdaderamente incomprensible para personas que ejercen sus profesiones en sectores más estables socialmente. Horarios a contracorriente de la mayoría de las personas, largas estancias fuera de casa, turnos cambiantes, destinos variables y lejanos y otra gran cantidad de consideraciones que harán que tus amigos y familiares te ven como un peregrino errante.
Cuando los profesores que enseñan las principales materia técnicas del curso de TCP han sido antes azafatas o auxiliares de vuelo, conocen perfectamente las peculiaridades de la profesión y saben transmitirlas a sus alumnos.
Además, conocerán con detalle las especificaciones técnicas del entorno y herramientas de trabajo que se van a encontrar en su trayectoria profesional y podrán prepararlos para adaptarse a las dinámicas concretas de su trabajo, desde las funciones técnicas de los aparatos que van a manipular a bordo como las dinámicas que se encontraran a nivel social en su relación con pasajeros y compañeros de pasaje.
Orientación profesional
Un buen profesor de TCPs sabe que, en el fondo, el examen de titulación es el trámite previo a la búsqueda de trabajo. La proyección laboral de sus alumnos es el objetivo a medio plazo que el profesorado de las escuelas de tripulantes de cabina de pasajeros tiene en mente y en eso está pensando durante gran parte de la formación.
Evidentemente nadie puede volar si antes no obtiene su titulación. Ese es el primer objetivo, pero durante la programación el profesorado está visualizando situaciones que van un par de pasos por delante. Un buen profesor de TCPs es capaz de analizar a sus alumnos durante el curso y saber qué perfil puede ofrecer cada uno a las aerolíneas, saber en qué compañías podría encajar y potenciar sus virtudes y pulir sus defectos para optimizar sus oportunidades de trabajo. Además, lo preparará para presentarse de forma solvente a los procesos de selección de personal de forma que pueda destacar ante los técnicos de recursos humanos.
Por eso es importante que un profesor de TCPs haya tenido antes una trayectoria profesional como azafata o auxiliar de vuelo, porque conocerá las aerolíneas y sus preferencias por determinados perfiles profesionales.
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